domingo, diciembre 11, 2016

"Lily y el Conejo Dorado", de Lila Calderón, por Margarita Bustos



Lily y el Conejo Dorado: 
nuevas propuestas literarias para la construcción de
relaciones sexo-genéricas más favorables 

Por Margarita Bustos Castillo

Utilizando el estilo directo, la voz narrativa de la novela Lily y el conejo dorado,  comienza a sumergir a los lectores en su trama por medio de la voz de un conejo que puede hablar desde el primer párrafo. Éste nos comunica lo que siente y piensa, también su necesidad inmediata: agua, tiene sed.  Como lectores no nos cuestionamos ¿Por qué puede hablar, pensar y sentir cómo humano? El mundo narrado no transcurre en una realidad alterna a la nuestra, tampoco corresponde a un tipo de mundo maravilloso con su propia lógica (como ocurre con novelas infantiles-juveniles, tales como: “Momo”, “La historia interminable”, etc.) La historia transcurre en una ciudad como la mayoría de las urbes actuales: con plazas, autos, heladerías, zoológicos y barrios:

“El conejo había llegado hace algunas semanas a la ciudad y daba vueltas sin saber qué hacer; se sentía muy solo y apesadumbrado. Pero sobre todo tenía sed, mucha sed (…)”

En el tercer párrafo se nos revela el por qué Conejo es o está dorado. ¿Por qué este conejo de zoológico se volvió dorado?

“A medida que pasaban las horas y como el sol quemaba tan fuerte, Conejo empezó a ponerse amarillo. Su bello pelaje blanco fue tiñéndose lentamente de un intenso dorado, tan dorado que su pelo lucía como radiantes espigas del monte”.

“Hablaban de los rayos ultravioleta y sus graves consecuencias para todo tipo de piel.”

A medida que transcurre la novela conocemos a la co-protagonista: Lily, una niña/joven que ayudará a Conejo y junto al cual construirá una mágica amistad. Les invito a descubrir por qué será mágica.

Su autora inserta la magia en esta novela, pero no a través de escobas voladoras, brujas o hechizos;  más bien nos presenta la magia ancestral de las energías del universo en conexión con los seres vivos (árboles, plantas y animales, fuerzas del viento y la luna). Diferenciando los trucos de un mago, de la magia que podemos descubrir a través del arte y la poesía, por medio de la amistad y los ojos/miradas como espejo del alma (me encantaría detenerme a analizar/comentar la relevancia de este punto en la novela; sin embargo, no les aburriré ni tampoco me volveré un spoiler. ¡Mejor lo descubren ustedes mismos al leerlo!)

En los aspectos que sí me detendré será en la importancia de los cuentos, novelas, relatos para conectarnos con el poder de la imaginación y de las palabras. Así como en el aporte que realiza “Lily y el conejo dorado” a la oportunidad de brindar a nuestros lectores niños/as, jóvenes:  imaginarios y representaciones de identidades masculinas y femeninas de los personajes con características de categorías sexo-genéricas, fuera de los estereotipos sexistas y clásicos de la literatura. Más sanas y complementarias en las acciones, decisiones y comportamientos de los personajes, con los cuales por supuesto todo lector, y en especial quienes comienzan a conocer el universo de la lectura en sus primeros años se identifica por admiración, reproducción o antagonismo.

¿Cómo son las representaciones de los personajes masculinos y femeninos en las novelas infantiles? ¿Qué mensajes predominan en relación a la conformación de identidades sexo-genéricas de los personajes y la(s) posible(es) identificación(es) de los lectores (niños, jóvenes). ¿Qué tipo de libertades, anhelos y responsabilidades se les otorga a los personajes (de un género y otro) en la novela?

Los imaginarios comenzamos a heredarlos de la sociedad en la que nos encontramos insertos, le transmitimos, creamos y también podemos (de)construirlos a partir de los nuevos discursos o representaciones.

Si para ello nos remitimos a los protagonistas de esta novela, desde sus primeras páginas observamos a una niña/joven (Lily) segura en sus acciones, estilo para preguntar/conversar, etc. Mientras que el personaje masculino (Conejo) se muestra asustado transitando por una ciudad que le resulta desconocida. Asumiendo y verbalizando sus temores (un personaje masculino sin temor a mostrar que tiene miedo) hasta que comenzará a tomar decisiones y por ende se tornará más seguro de sí mismo.

Desde los primeros años de vida el lenguaje comienza a modelar las identidades sexo-genéricas, incluso desde antes de nacer. En relación a la definición de género y cómo genera discriminación y/o relaciones desiguales entre hombres y mujeres, la teórica feminista Marta Lamas señala que: “El género es  el conjunto de creencias, prescripciones y atribuciones que se construyen socialmente tomando a la diferencia sexual como base. Esta construcción social funciona como una especie de "filtro" cultural con el cual se interpreta al mundo, y también como una especie de armadura con la que se constriñen las decisiones y oportunidades de las personas dependiendo de si tienen cuerpo de mujer o cuerpo de hombre. Todas las sociedades clasifican qué es “lo propio” de las mujeres y “lo propio” de los hombres,  y desde esas ideas culturales se establecen  las obligaciones sociales de cada sexo, con una serie de prohibiciones simbólicas (…)

Todos los seres humanos nos vemos enfrentados a un hecho idéntico en todas las sociedades: la diferencia sexual. Cada cultura realiza su propia simbolización de la diferencia entre los sexos, y engendra múltiples versiones de la dicotomía hombre/mujer. Lo característico de los seres humanos es el habla, que implica una función simbolizadora, y que es fundamental para volvernos sujetos y seres sociales. El habla posee una estructura que está fuera del control y de la conciencia del hablante individual, quien, sin embargo, hace uso de esta estructura presente en su mente. El lenguaje es un elemento fundante de la matriz cultural, o sea, de la estructura madre de significaciones en virtud de la cual nuestras experiencias se vuelven inteligibles. Con una estructura psíquica que incluye al inconsciente y mediante el lenguaje, que es universal aunque tome formas diferentes, los seres humanos simbolizamos la diferencia sexual. Esta simbolización hoy en día se denomina género.[1]

En el caso particular de la Literatura infantil y juvenil a través de los siglos contribuyó a perpetuar los mandatos de sexo-género: convenciéndonos a los lectores y oyentes (narración oral) que es el rey, el príncipe, el héroe quien actúa valientemente, quien vive aventuras y rescata a una princesa, dama en apuros u otro personaje femenino: frágil, temeroso, en espera de ser salvado o protegida (ver cuentos recopilados por los Hermanos Grimm y Charles Perrault). Perpetuando jerarquías y desigualdades naturalizadas a través del comportamiento de las sociedad patriarcal, que consciente o inconscientemente reproducimos y mantenemos a través de la educación y vínculos relacionales entre hombres y mujeres en los diferentes contextos (familiares, educativos, laborales, etc.).

Si nos remitimos a la novela de Lila Calderón, nos encontraremos con dos protagonistas: una niña amable, que trabaja junto a un mago, ama el arte de crear vitrales, se comporta con bastante confianza y autodeterminación…y rescata a Conejo; pero que también producto de las dificultades que enfrentará en la novela junto a su amigo: tendrá miedo, dudará y aceptará la ayuda de otros, por ejemplo de la señora taxista.

También el personaje masculino de Conejo dorado, se muestra asustado y aproblemado por no contar con dinero después de escapar del zoológico. Luego de ser rescatado e invitado a vivir a casa de Lily, comenzará a trabajar, descubriendo en el proceso que tiene talentos y habilidades para aprender a confiar en sí mismo. Permanentemente se le describe como sensible, “escribe poemas para Lily, hacia quien se siente tremendamente agradecido y atraído”.

“(…) mientras Lily apretaba la jaula contra su pecho porque los perros se alzaban en dos patas como para atacarla (…) Entonces, una fuerza incomprensible que parecía surgir desde la fuente de la memoria, se instaló en sus ojos. Comenzó a mirar a los monstruosos perros sin saber qué hacer, qué imagen o deseo transmitirles para confundir y resistir su ataque”.

“- Yo te guío- prometió conejo. Abriendo al máximo sus ojos rojos para iluminar el camino, que se hizo largo, que era imposible calcularlo en su extensión.”

A mediados de la década del ’70, tímidamente comienzan a ser las niñas protagonistas de los cuentos y algunas editoriales, publican manuales para un tratamiento no discriminatorio de los sexos, como por ejemplo los libros: A favor de las niñas,  de Adela Turin (1976), Rosalinde tiene ideas en la cabeza de Christine Nostlinger (1984), el Libro de los cerdos de Anthony Brown, entre otros. Buscaban desestabilizar los estereotipos de sexo-género en la literatura infantil, contribuyendo a generar en los lectores imaginarios y relaciones vinculantes más saludables y libres.

Actualmente, colecciones editoriales como: Antiprincesas se unen a las publicaciones antes mencionadas. Frente a nosotros tenemos una novela infantil-juvenil que por medio de la amistad entre Lily y el Conejo dorado nos acercará a la magia que habita en cada uno de nosotros, al poder de la amistad, la valoración de la vida en nuestro planeta acorralado por la contaminación, a la representación de personajes que viven relaciones sexo-genéricas que (de)construyen y/o modifican las desigualdades y estereotipos en torno a lo femenino y lo masculino; posibilitando el acercamiento de los lectores a imaginarios y prácticas con mayor libertad, igualdad de derechos para pensar, sentir y accionar entre niños/as, futuros adultos/as.

En un mundo lleno de prisas e intereses en lo material, en una realidad en donde la palabra ha perdido su significación y valor, leer e imaginar historias nos remite a otra dimensión. Nos compromete con otros objetivos y nos convierte en seres “peligrosos” que pueden influir a otros/as a través de sus palabras, historias, lecturas, imaginarios.

Cuando los pequeños lectores/as descubren que leer les conecta con su mundo interior, silencios para viajar, sentir y anhelar: se les revelará el puente mágico para adentrarse sin límites en las posibilidades de un relato…ahora será junto a Lily y el conejo dorado de Lila Calderón.


Lila Calderón durante la presentación del libro

Nota:
[1] Lamas, Marta  El género es cultura (Ponencia)Euroamericano, Campus de Cooperación cultural.



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viernes, noviembre 11, 2016

Lily y el Conejo Dorado, Lila Calderón, 2016




Por Teresa Calderón


He leído esta novela que, como todas las novelas para niños de 8 a 80 años que ha escrito la poeta, novelista y artista visual nacida en La Serena, Lila Calderón tiene muchos caminos de lectura. Sus permanentes nexos intertextuales y su capacidad para ingresar en los distintos mundos creativos con el lenguaje de cada uno de ellos; mezclar y amasar ingredientes para lograr el mejor festín para el lector-espectador hace de su trabajo artístico una pieza única e inolvidable sobre la que se quisiera volver muchas veces.

Lila, virtuosa y experta en las habilidades que le otorga el oficio creativo la convierten en maestra graduada Cum Laudem en las artes literarias, plásticas y audiovisuales. Desde que era muy pequeña, incluso desde antes de aprender a leer y a escribir, Lila niña ya transitaba por mundos imaginarios y tenía un sentido del humor y de la belleza que le han dado el más importante soporte a su vida y a su inigualable cosmovisión.

Lily y el Conejo Dorado es una joya. Se lee “de una sola sentada” como solía decir nuestro padre cuando un libro lo amarraba desde la primera línea y no lo cerraba hasta que no hubiera dado con la última palabra que anunciaba el fin de la historia y la hora de retornar a la realidad, siempre convertido en alguien nuevo y distinto al que había ingresado a la lectura.

Esta novela me ha reencontrado con la felicidad y el placer estético, y de paso me ha regalado dos amigos nuevos: la encantadora Lily, una joven muy especial que construye vitrales y ama los libros, quien, con el fin de reunir el dinero que necesita para hacer el gran viaje que alimenta sus sueños, trabaja como asistente de un mago, y Conejo Dorado que llega a la ciudad donde el calor ataca y muerde, donde no le dan trabajo porque “no tiene curriculum” ni título ni experiencia laboral. Cuando Conejo dice que su título es Conejo porque así decía el cartel en la puerta de su casa del zoológico la gente se burla. Tiene sed, mucha sed. Desesperado se lamenta desde una cuneta, frente a una heladería y allí lo descubre Lily que deja su libro y sus lentes para invitarlo a tomar un jugo de zanahoria. Él se inquieta porque “no tiene bolsillos”, pero Lily le dice que ella pagará la cuenta. Así comienza esta amistad que llevará a Conejo y a Lily a vivir una increíble aventura cuyos peligros tendrán que sortear con todas sus habilidades y riesgos en un vertiginoso desarrollo hasta llegar a un final inesperado.

En algún momento del desarrollo de la historia, Conejo encuentra en la casa de Lily el libro Poemas de todos los tiempos que ella leía cuando se conocieron en la heladería, y quiso saber de qué se trataba. Se sentó frente a la ventana donde colgaba un móvil construido con pequeños vidrios de colores: Mientras avanzaba por las páginas, como si emprendiera un viaje entre las diversas letras que parecían llamarlo a continuar la lectura, vio caer las hojas palpitantes de esos árboles que Lily abrazaba durante el camino que hicieran la primera vez, cuando lo invitó a su casa, y sintió que las palabras navegaban por su sangre y le hablaban en secreto. Descubrió que un pequeño rayo de sol se había quedado atrapado entre los vidrios tintineantes del móvil y proyectaba sobre la pared un paisaje que se movía con el viento como una cortina de luz. Entonces vio bailar el mundo y el tiempo se derramó ante la ventana abierta de sus ojos. Ahí estaba él sintiendo cómo vivían en su mente todas las épocas de la historia y todos los rincones del universo. Conejo emocionado ante tanta belleza, se quedó en silencio observando la pared y comprendió que eso era la poesía.

Y el lector de esta maravillosa novela descubre también qué es la poesía, qué es la amistad, qué es leer una obra que hace “severos guiños a la eternidad”, como tengo la certeza que diría nuestro amado padre.

Gracias hermana por ser mi hermana, por proteger mi infancia, por ser lo genial que eres  y por escribir como los ángeles. Gracias por “Lily y Conejo Dorado” y por todos los amigos invisibles que me presentaste en la infancia y a los cuales yo no veía, pero saludaba igual por si acaso.




Ver en: http://letras.s5.com/lila111116.html 

jueves, octubre 13, 2016

"Lily y el Conejo Dorado", de Lila Calderón


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PRÓXIMAMENTE


La escritora Lila Calderón le invita a la presentación
de su nueva novela infantil juvenil 
"Lily y el Conejo Dorado".

Esta actividad, familiar y gratuita, se realizará el sábado 5 de noviembre, 
a partir de las 12.00 horas, en la Biblioteca de Santiago, Sala Novedades 
(Matucana 151, Metro Quinta Normal). 

La presentación estará a cargo de Lila Calderón, y contará con la participación de la escritora Margarita Bustos.


¿De qué se trata esta novela?


“Lily y el Conejo Dorado” es la historia de la amistad entre una joven y hermosa asistente de mago 
y de un conejo muy especial que busca una nueva vida en la gran ciudad. Ambos sortearán múltiples peligros pero también harán grandes descubrimientos, mostrando la capacidad de integrar los misterios a la vida cotidiana y luchar por vencer los obstáculos que en ella se presentan.

Con humor, suspenso y sorpresa, la narración motivará a los lectores a reflexionar en torno a temas como la solidaridad, la magia, el amor, la ciencia, la influencia de los medios de comunicación, la tecnología y la virtualidad, entre otros.

viernes, octubre 07, 2016

“El vicio de escribir”, de Alfonso Calderón




“El vicio de escribir”
Alfonso Calderón

Edición y recopilación: Lila Díaz Calderón 
Catalonia, Santiago de Chile, 2009



En su prólogo al libro, “El vicio de escribir” de Alfonso Calderón, la filósofa Carla Cordua, miembro de la Academia Chilena de la Lengua y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales en 2011, escribió: “Esta antología de crónicas se compone de nueve partes: “El vicio de escribir”, que le sirve de título al conjunto, también designa a la primera, y además, dentro de esta, a la primera de sus crónicas. Los intereses y temas predominantes son la literatura y las artes de la pintura y el cine. Hay varias secciones cuyos títulos anuncian composiciones que podrían referirse a otras cosas; entre ellas, las llamadas “Animalia”, “Arte de matar”, “Excentricidades” y “Mujeres a granel”. Pero aun en estos apartados asoman de repente los asuntos principales. Por ejemplo, en la sección titulada “Animalia” nos encontramos con el recuerdo de una fábula de Esopo en la “Historia de un oso polaco” y con referencias a la cinematografía en “El perro que amaba el cine”. La sección “Un arte de matar” comienza con un párrafo sobre la escultura griega arcaica y sigue adelante, en la segunda crónica, con el recuerdo de lecturas de D’Halmar, Alone y Edwards Bello. El matador en cuestión resulta ser cierto Wang Lung, un verdugo de la dinastía Ming, del que se dice que habría podido interesar a Borges. Allí donde se trata de matar, Hitler y Auschwitz no pueden estar muy lejos; Alfonso Calderón le dedica tres crónicas a esta pareja: “El tema del traidor y del héroe”, “En Lídice” y “Un gran libro de Maritain”. (…) Me dirijo ahora al corazón declarado de esta hermosa antología, a la sección titulada “Galería de autores”. Montaigne, Baudelaire, Rousseau, Rilke, Dickens, etc., etc.. En este terreno el lector asiente y disiente alternativamente, nada se presta tanto para conversar comparando estimaciones y formulando críticas como la propia experiencia de los grandes creadores literarios y de sus obras”.

Selección de crónicas


LAS ROSAS Y LA MUERTE

La rosa es bella y con muchísima facilidad se convierte en tema poético. En versos, y a propósito de la brevedad de la vida, se alude a cogerlas pronto, a disfrutar del cuerpo antes de que se marchite, a admirar sus colores que mañana ya no veremos. En la Biblia, en Horacio, en Ausonio, en Ronsard, está siempre presente.

¿Puede alguien imaginar, como en una historia narrada por Lovecraft o puesta en el cine por Hitchcock, que la rosa atraiga por sus vínculos con el crimen, engañando a quienes la ven como la diosa floral por excelencia?

Conozco una extraña historia acerca de un césar romano. Invitó a una cena a cuantos lo importunaban, le producían molestia o eran posibles traidores de mañana. El espléndido banquete parecía la mejor de las saturnales, y entonces después de uno de los brindis comenzaron a caer suavemente, por las hendijas del techo, unos pétalos de rosa. Era una lluvia muy bella y continua.

Los huéspedes aplauden. ¡Qué fiesta tan llena de gracia! ¡Qué hermoso el efecto de la lluvia de pétalos que cae sobre la cabeza, se desliza por el cuerpo y llega al suelo! Cubiertos por las flores, brindan por el césar. La lluvia va aumentando. ¡La vida es bella!

Paulatinamente las rosas forman en el suelo una capa cuyo grosor aumenta. Comen, beben, ríen, charlan. Las rosas no cesan; comienzan a invadir las mesas y los lechos en que se han tendido a disfrutar de los manjares. Se manifiestan, en un momento dado, sorprendidos, o más bien estupefactos. ¡El césar había desaparecido sin que se dieran cuenta!

Algunos, más inquietos, quieren salir, se levantan, se colocan la túnica, se sacuden las rosas del pelo. ¡Las puertas están cerradas! El diluvio de pétalos no deja de caer —y no hay paloma de la paz—. Comienzan a superar la altura de la cadera de los invitados, primero; luego, la de los hombros, y finalmente, la de la cabeza.

Sube, sube la marea de rosas. Algunos, más altos, dan saltos, empujan las puertas, que no ceden; caen empujados por otros comensales. Lentamente se van ahogando. ¡Todos mueren bajo el montón de rosas que llega hasta el techo! Dos días después abren las puertas y recogen los cadáveres. El olor de las rosas se confunde con el olor de la muerte.

Cuando era aún un joven díscolo y vagamente encantador, Charles Baudelaire, en una clase del colegio Louis-Le-Grand escribió un poema en latín, a modo de ejercicio, sobre este tema. Pudo haber ocurrido hacia 1836 o 1837. ¡Ya tiene el germen de “Las flores del mal” en la cabeza!


18 DE OCTUBRE DE 1990


Leer más:

http://letras.s5.com/acal250916.html
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domingo, agosto 14, 2016

Alfonso Calderón (1930-2009) por Lila Calderón




Alfonso Calderón (1930-2009), fue un escritor chileno, poeta, cronista, ensayista, memorialista, investigador, Premio Nacional de Literatura 1998, y el padre que por fortuna tuve y con el cual aprendí, sobre todo, a valorar el ejercicio de vivir con sentido. Hoy, me produce la extraña sensación de estar observándolo en su trabajo literario habitual, como si estuviera aquí, en alguna calle del centro de Santiago o en la Biblioteca Nacional —su hábitat—, y conversáramos de los trabajos que teníamos o  proyectábamos hacer y, (lo que me entristece), los planes para asistir y registrar el Bicentenario de Chile, un hito que lo emocionaba mucho. Pero lo inesperado ocurrió, y murió el 8 de agosto de 2009, a los 78 años de edad. Sin embargo, tengo mil motivos para recordarlo, además de los libros.

De niña me encantaba entrar a su biblioteca y correr entre los pasillos de estantes que se curvaban por el peso de los libros, dispuestos en doble fila para albergar la sobrepoblación de autores, que convivían sin problemas en ese silencio que yo suponía cargado de secretos. Y era feliz sabiendo que había hileras de libros pequeños, escritos para niños, empastados y con letras doradas para que mi mamá nos leyera a la hora del almuerzo y la comida, y con los cuales era imposible aburrirse, porque eran bastantes y porque mi mamá les cambiaba los finales para mantener nuestra atención. Eso me emocionaba mucho, la sorpresa, también a mi hermana Cecilia, la menor, pero mi hermana Teresa, la mayor, se indignaba y le iba a contar a mi papá que le estaban mintiendo con el cuento, que así no era la historia, y a él le daba ataque de risa, solía reír a carcajadas con nuestras inocencias que tal vez reconocía en sí mismo. También se reía mucho con los chistes fomes que nos contaba cuando quería entretenernos o con unos dichos a los que no les encontrábamos ninguna gracia, como “Esto es más viejo que el hilo negro” o “Del uno, dijo aceituno”, “me están contando el cuento del tío” o “más sabe el diablo por viejo que por diablo”,  cuando nos descubría en alguna de nuestras maldades. Con la Tere nos mirábamos a los ojos como diciendo “exijo una explicación”, hasta que un día se me ocurrió que nosotras inventáramos chistes y fue maravilloso. Descubrí el absurdo. Y lo alimentamos hasta que se lo llevamos de regalo un día a la hora del almuerzo y entonces nos tomó en serio. Yo empecé a escribir tempranamente y a formar mi primera biblioteca que él incrementaba con regularidad. Le debo esta relación con la palabra, y con el humor, pero también con el cine y la vida. Y oigo su voz cada día cuando me dictaba por teléfono notas para un libro o me daba bibliografía adelantando un trabajo que emprenderíamos juntos como una hazaña compartida. Mi conexión con él era de alma más que de piel. Y eso perdura.

Mi padre me impresionó desde la niñez. Me parecía un sabio que comprendía a fondo todo lo que ocurría en la tierra, y en todos los tiempos. Aunque yo le preguntara las cosas más extrañas, él siempre intentaba una respuesta coherente o motivadora para que yo misma investigara más. Aprovechaba al mismo tiempo la ocasión para dar de inmediato bibliografías o enviarme directo a revisar el diccionario. Fue así como me entregó fórmulas para explorar rutas donde descubrir los tesoros que provee la investigación y disfrutar del logro, como si se tratase de un banquete al que se podía invitar a quienes padecían de nuestro mismo apetito, más bien del hambre voraz, que lo llevaba a buscar, conocer y citar. Porque ése era el modo de establecer sus nexos con la humanidad. Él sabía y asumía su rol, reconociendo que al entrar en escena, como actor creativo, ya existía el teatro, las máscaras, el público, el lenguaje dramático y se seguían oyendo los ecos de aquellos grandes autores que dieron vida a la épica, a la tragedia y la comedia. Así, para mi padre la tierra entera era el lugar de los hechos, el detonante de la poesía, el sitio del suceso que se le hacía crucial registrar, usando las diversas posibilidades de la escritura, a través de la crónica, diarios de vida, de viajes, memorias, ensayos y la poesía, respetando la tradición literaria, aunque trazando una ventana que le permitía recuperar e incorporar en su obra, todos los pasajes relevantes de la historia humana, donde hay lugar para las citas y el rol de los referentes, como quien dirige el drama, registra los diálogos y autoriza también al interior de la escena la función del apuntador, que quizá pareciera ser el fiel representante de la memoria colectiva.

En su obra hay alusiones y homenajes constantes al cine, con el cual mantenía gran  afinidad, especialmente con movimientos como el neorrealismo italiano y algunos de sus filmes clave: “Roma ciudad abierta” (Rossellini, 1945), “Paisá” (Rossellini, 1946), “Ladrón de bicicletas” (De Sica, 1948), “Milagro en Milán” (De Sica, 1950), “Umberto D” (De Sica, 1952), “Senso” (Visconti, 1954) “La strada” (Fellini, 1954), y películas más tardías, en esa línea, como “La dolce vita” (Fellini, 1960), “Il sorpaso” (Risi, 1962), “Nos habíamos amado tanto” (Scola, 1974), y tantas otras historias donde campea la tristeza, la desesperanza, la injusticia, la frustración, pero también la nobleza, dignidad, ternura y solidaridad. Son filmes que vio muchas veces a lo largo de su vida y atesoraba en su videoteca para revisar fragmentos, recordar un diálogo, recorrer un paisaje, describir una actuación, que luego habría de mencionar en sus libros y crónicas como parte de la historia que le importaba y que reflejaba más hondamente la realidad del ser humano, mucho más que la historiografía, que le producía, siempre, cierta desconfianza. Alfonso Calderón rescataba la historia como un puente o mirador para entender el presente, ya que el paso del tiempo, que cubre todo con su niebla o la tierra que sepulta cuerpos y pasajes, le parecían sucesos sobre los que, instalado el olvido, ya no hay posibilidad de mantener en la superficie y a corta distancia, como para ver, sin perder la perspectiva, hechos y fenómenos de la humanidad, y entender sus razones o la falta de ellas. A él nada le sorprendía. Porque todo sigue sucediendo en el presente como si fuese la primera vez. Hay guerras, el río crece y se desborda, las casas se derrumban, traición y corrupción son una constante, el asesino vuelve al lugar del crimen una y otra vez, quizá con el propósito de que alguien pueda descubrirlo, liberarlo  y finalizar con su rutina en una sola y única vida.

Así, pienso, la bruma existencial percibida como una obsesión en sus diarios, se alza como el leit motiv que cruza su obra completa. Una escritura que reflecta y refracta la confusión y fusión del yo bajo las máscaras que descubre y con las cuales aprende a convivir, mientras se va llenando de ecos y secretos, al constatar que bajo caretas y armaduras no hay sino apenas un hombre solo, que teme al momento en que el ángel de la muerte vaya a su encuentro, abriendo las alas como las páginas de un libro que se escribe a sí mismo, y que debe abrazar y abrasar en la iluminación letal del desenlace.


Leer más en:

http://letras.s5.com/acal130816.html
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lunes, mayo 30, 2016

ENCUENTRO Palabra en el mundo



Jornada de Inauguración "Palabra en el mundo", en La sociedad de Escritores de chile, SECH, organizado por Silvia Osorio y Diego Subercaseux, dentro del contexto de celebración del X Festival de Poesía Palabra en el Mundo.

sábado, abril 23, 2016

Chillán Poesía 2016




En una frase…




En una frase…

Lila Calderón


Poeta, comunicadora audiovisual, artista visual, Magíster en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Chile, docente universitaria.

Autora de más de cinco libros de poesía y tres en narrativa, presenta su última publicación “Lo que ocultan los vestidos”, poesía y prosa poética “mortal y metafísica” (tal y como ella lo titula en el primer poema de esa edición), en donde navegan las interrogantes de una existencia que muchos de sus contemporáneos miran desde la orilla.

¿Qué ocultan tus vestidos?
-Algo tan grande como el corazón y la flor de la vida. La mente ya no me preocupa mucho.

¿Vestidos?
-Pétalos, piel, sueños y antiguos sudarios.

¿Con qué hilos los tejiste?
-Con los hilos de la araña y el gusano de seda.

¿Cómo describirías el urdido? (proceso creativo)

-Mezclando palillos, crochet y naveta de frivolité. Pienso en el destino del tejido, tomo medidas, cuento puntos, abro la puerta a la intuición creadora. Nace un gobelino, un telar, un vestido de encaje que a veces no responde a lo que yo buscaba. Pero me alegra la sorpresa.

Tu momento previo a la creación…
-Alegría incontenible y la emoción de un enamoramiento sorpresivo.

¿Qué son y dónde habitan las musas?
-Las musas son esencias personales, habitan libremente en cualquier lugar del universo. Ellas no temen al principio de la no contradicción. Se ocultan por razones de seguridad. No están para guerras, invasiones, o discusiones bizantinas.

¿Cuál es el sentido y el aporte del arte hoy?
-Dar cuenta de una sociedad ruin que agoniza con todo su séquito, bajo máscaras y armaduras, y mostrar que hay nobleza y belleza en el Ser.

El valor de la poesía filosófica en el mundo actual.
-Permitir un matrimonio de coexistencia pacífica entre ambos hemisferios del cerebro.

El verso más noble escrito
 -“Todo mortal está condenado a retornar un día”, del poeta chileno Hernán Miranda.

La deuda de la sociedad con el artista
-Homenajearlo en vida; no usarlo para atraer público, votos o aplausos y pagarle el dinero que su obra vale.

El peor libro de la historia
-El libro escrito con falsas plumas, y que no canta ni vuela.

¿Qué rincón de las faldas curiosean los pantalones de la narrativa chilena?
-Aparentemente curiosean más en sus propias mentes. Creo que nos ven desnudas.

¿Cuál es el vestido de la diosa?
-El de alas de mariposa escapada del insectario.

Y su ropaje interior…
La luz.

Al centro de las húmedas amapolas, ¿qué podría germinar el cazador y encontrar el jardinero?
-Cazadores, exploradores y jardineros siempre han tenido que aventurarse para saberlo. A veces florece un retrato, descubren una isla o forjan una jaula para dos. Otras no.

¿Cómo se integra el caminar de los pantalones y la danza de las faldas en la poesía chilena hoy?
-Que las musas iluminen al cansado vate en estas noches finales, para que pueda llegar a la fiesta.

El papel de la diosa en la nueva literatura
-Reinar con sus poderes naturales, hacer el mundo y el amor con su lenguaje sin temer al fuego de las piras medievales. No decir, ni cantar ni escribir si no es por la libertad de Ser.

¿Dónde mueren los dioses?
-En algún lugar de la tierra, clamando al poderoso Fénix que aliente sus cenizas.

Revista Occidente número 444, octubre, 2014, Santiago de Chile


http://letras.s5.com/lcal040416.html

martes, marzo 29, 2016

Entrevista

Lila Calderón: “El acercamiento al mundo desde La Serena fue poderoso y confiable”

Escritora, artista visual, guionista y profesora universitaria, Lila Calderón tiene el grado de magíster en Estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile. Ha publicado diversas obras en prosa y poesía, incluyendo libros para público infanto-juvenil. Fuimos hasta su casa en Santiago para conversar con ella.
Lila Calderón: “El acercamiento al mundo desde La Serena fue poderoso y confiable”

-¿Haber nacido en La Serena no fue un accidente. ¿Qué tan significativo ha sido para ti esta identidad serenense?
“Para mí es crucial haber nacido en La Serena porque me dio una atmósfera de infancia con una naturaleza muy poderosa, con amplios espacios y la sensación de un hogar poético. Siento que hay una identidad especial, La Serena da la sensación de que hay raíces fuertes y estos espacios naturales permiten transitar en una doble dimensión entre lo urbano y lo rural. Siento que eso se mantiene, ahora no tanto, pero en mi recuerdo la infancia tiene ese tono de hogar de la tierra con la magia y la poesía”.
-¿Qué recuerdos tienes de tu vida familiar en La Serena hace medio siglo?
“Me crié en un hogar donde llegaba mucha gente a conversar de literatura y películas y se producían interesantes relaciones, con gente que se ponía a cantar. Los libros eran un tesoro y recibíamos muchos de regalo y los juegos tenían que ver con creación. Mi papá nos hacía a veces un tremendo regalo: 10 palabras y con ellas teníamos que construir una historia y había un premio para la mejor. Ganábamos las dos con mi hermana (Teresa), siempre empatábamos, y los premios eran ir al cine o libros. Éramos felices con eso. Me crié amando el cine, los libros y las revistas, y nos enseñó a coleccionarlos. Uno preguntaba las cosas de la calle, iba aprendiendo la ciudad y uno confiaba mucho en las respuestas que nos daban. El acercamiento al mundo desde La Serena fue poderoso y confiable, uno le decía tío a todos los amigos de los papás, era como una zona de resguardo. Pero también yo tenía la imperiosa necesidad de arrancarme del colegio, de la casa e irme a los cines para ver las fotos y afiches. Con facilidad me perdía y provocaba problemas. Me recogía gente que me dejaba con carabineros, esta tendencia de explorar más allá de las rejas del jardín era algo que no podía evitar. No controlaba los riesgos”.
-¿Hasta qué edad viviste en La Serena?
“Como hasta los 7 años, pero éramos muy adelantadas, eran como los 10 años normales. Tengo la sensación de que viví mucho más y que eso está vivo ahora. Sigo siendo de La Serena, mi mentalidad es de La Serena. Cuando voy a otros lugares (me dicen) tú no tienes nada de la insoportable arrogancia de los santiaguinos, tú eres provinciana. Y bueno, mi papá también era provinciano, mantuvimos algo que no tiene que ver con la pedantería que se arma acá”.
-Tu padre – el ensayista, crítico y poeta Alfonso Calderón Squadritto- obtuvo el Premio Nacional de Literatura (1988). ¿Qué recuerdos tienes de él como escritor?
“Lo consideré siempre un gran poeta y un gran contador de historias y de crónicas. Lo encontraba emocionante y generoso en la proyección y la importancia que le daba a otros escritores. Era humilde y de tanta sabiduría, siempre tenía consejos hermosos. Y como escritor sus diarios me empezaron a sorprender tremendamente, pero al principio me complicaba la cantidad de citas porque cuando era joven me faltaban las referencias y cuando leí más empecé a comprender en profundidad lo que opinaba y sentía. Me quedo con sus diarios y sus memorias, sus relatos de viajes, de sus experiencias humanas. Hay algo que queda a la revisión de expertos en el futuro porque él se adelantó a varias cosas, por ejemplo un trabajo poderosísimo con la intertextualidad. Lo que él llamaba las citas, con referencias cruzadas y un diálogo que mantenía con vida a autores de todas las épocas. Siento que de alguna manera eso es la eternidad, para mí lo trascendente es lo que queda en las obras y de esa manera la gente se mantiene viva. Para la construcción de mi propio mundo me sirvieron las huellas que mi papá dejaba”.
-Has ido muchas veces a La Serena ya como persona adulta. ¿Qué sensación te deja la ciudad hoy?
“Sigo sintiendo un fuerte apego con las raíces y ahora me motiva aún más, por ejemplo, ir a recorrer esos asientos de cerámica de Valencia, por ejemplo, o los mosaicos en algunos edificios, esos espacios que me marcaron tanto cuando niña. Y con Lisboa–que visité en el verano- y con Sevilla que quiero ir a ver… me sigue impactando mi relación con el mar, el cielo, los espacios, pero me duele ver que ya no existe la estación de trenes y ver esos centros comerciales gigantes, pero es inevitable esa destrucción de la belleza. Siento que se instala lo feo, se generaliza y también (me duele) la indiscriminada construcción cercana a la playa. Me preocupa tanta construcción, está tan grande la ciudad, pero creo que se mantiene esa cosa amistosa, hogareña. Mi relación sigue siendo buena, me dedico a buscar -cada vez que voy- lo que se está haciendo y escribiendo allá y busco en revistas, diarios y volantes y descubro cosas muy buenas. Duele que no se difunda más. Me duele el centralismo de Santiago, encuentro muy buenos autores que no tienen las posibilidades de acá”.
Tienes seis publicaciones en poesía: desde “Balance de blanco en el ángel del triste Durero” (1993) hasta “Lo que ocultan los vestidos” (2014). -¿Con qué libro te sientes más realizada y por qué?
“Con el primero y el último. El primero fue un estallido para recuperar 15 años de escritura que yo no iba a publicar. Había un mundo secreto, misterioso, mágico pero con mucho dolor, mucha observación de la realidad, con el dolor de lo que el ser humano era capaz de hacer. En el fondo es testimonial pero de mi mundo interior, del mundo poético, con una construcción llena de señales, como una caja china que yo tenía conciencia de que yo estaba empezando algo. Seleccioné, no publiqué todo lo que había escrito. Es oscuro, doloroso, pero con humor negro y tiene una parte de mí, muy importante, coherente con lo que se vivía en esos tiempos. Ese era el punto de partida para mí y yo lo sabía.
In memoriam (1995) fue jugar con el libro de Elegías (de Teognis) tomando el modelo de J. B. Bossuet de las oraciones fúnebres. Tomé ese trabajo para construir una despedida, pero con la visión que yo tenía de la realidad, los cuentos, las miradas más oficiales del mundo de la mujer, del amor, de la muerte, etc. Por suerte había otra vida y piel de maniquí (ambos de 1999) también puse señales que tienen que ver con el tema de la identidad y mi burla acerca de la mirada seria que se tenía sobre las relaciones humanas. Quería dejar en evidencia que para mí era muy natural contrastar lo que se está construyendo con las ruinas permanentes, la gente solo ve lo que está encima. Estos dos libros revisan la identidad con bastante humor negro y con mi derecho a rebelarme contra lo que siento como algo operático, muy de maniquí, de zombi, me di cuenta de repente que estábamos viviendo entre zombis y que estos son reales y muy peligrosos.
En Animal cautivo el tema es el lenguaje y la creación y uno como instrumento de las palabras, y como uno presta su mente, su corazón y sensibilidad para explorar eso a costa de ciertas angustias y de la incertidumbre. Para mí en la literatura esto es crucial, lo disfruto y llego a espacios que considero profundos, me maravillan y asombran y quiero volver. Escribo porque llega esa necesidad de encerrarme en mi taller escritorio, con música, y aparecen cosas muy reveladoras que me hacen pensar que soy un instrumento de algo más. El positivismo perjudicó durante tantos años la posibilidad de usar los canales de la magia y del conocimiento femenino, y todos pasamos por la necesidad de ser muy racionales, pero de repente me di cuenta que había algo mucho más fuerte y amplio. Renuncié a ese camino y abrí y despejé el otro, me conecté a lo atávico, a la memoria colectiva y llevo muchos años sintiendo que se me abrió el espectro. Siento que está todo vivo y no hay tiempo, me da una tranquilidad tremenda, esto es una circunstancia como el vestido. Así se da el paso a Lo que ocultan los vestidos, que es otra caja china que me permitió meter todo lo anterior acá, jugar con la prosa y con la poesía, tomar notas rápidas como cuando pienso en un video o le doy importancia un sueño y siento que me está diciendo algo, pero a la vez conectando con diversas amistades importantes para mí. Este libro es fragmentario y da lo mismo si no se lee completo. Está completo en sí mismo y en cuanto a que reúne las ideas y temas de mis libros anteriores y también lo que está en la pintura y en lo que yo haga. Pero le voy agregando más sabiduría y más conocimiento porque he pasado más años en la Tierra y he visto más cosas y en la medida en que he entendido las cosas uno se va poniendo más humilde”.
En narrativa hay tres registros: “Animalia” (2002), “La gran fuga” (2002), “Estrella y el caleidoscopio” (2014). -¿Los tres son para público infanto-juvenil?
“Escribí también La ciudad de los temblores (2004). Es narrativa infantil pero como nosotros somos infantiles y adultos para siempre, esos cuentos pueden ser leídos con los padres porque llevan una doble lectura, son fábulas que quieren enseñar muchas situaciones de la vida hoy y de entender con humor que algunas no son tan definitivas. La fábula va a estar siempre vigente como los errores, la picardía y la corrupción y todos los vicios humanos. Es una manera que sirve para contar algo a un niño y a un adulto”.
-Obtuviste el Primer premio en Video-Poesía de FILSA (1994) y el Primer Premio en Encuentro de Cine y Vídeo del Caribe (Cuba, 1998). ¿Tienen que ver con tu veta de guionista?
“Soy comunicadora audiovisual. Y así llegué a sintetizar la poesía, la escritura de guiones, la música, el cine. No estudié literatura porque quería algo más operático y colectivo, el mundo creativo de la construcción en equipos. Hice video arte, video experimental, video poesía. El de Cuba fue producto de un premio que había ganado (Adaptación de guiones del concurso Luchino Visconti) y que trataba del poeta cubano Ángel Escobar que vivió un tiempo en Chile. Me iba bien con los videos pero me complicó el tremendo gasto energético – traslado de cámaras, riesgos por grabaciones de noche, tanto esfuerzo, etc. – y lo dejé. Lo que sigo haciendo es redactar guiones, y ayudo a colegas con sus guiones”.
-Háblanos de tu trabajo como artista visual. ¿Qué tipo de obra realizas, con qué temáticas, con qué materiales y qué técnicas?
“Partí pintando al óleo y dibujando. Después tomé clases para pasar al acrílico, que me acomodaba más por el secado más rápido. Las primeras pinturas tenían como denominador común que parecían escenarios, pero sin figura humana, construcciones curiosas, mágicas, un mundo bastante poético en la pintura, muy colorido, surrealista o de realismo metafísico. Antes había hecho mucho collage, y después pasé a los ensamblajes, quise trabajar más con cuerpos y empecé a darle vueltas a temas experimentales que se acomodaban al ensamblaje con la mezcla de materiales. Yo siempre encuentro cosas en la calle y junté todo lo que me encontraba y que me daba una señal, un indicio, y empecé a trabajar la idea de la ciudad con el objeto encontrado, pero resignificado, que apareciera en la sociedad de consumo limpio y pulcro como para la venta en la vitrina. Empecé a plantearme, entonces, el paso de cebra y a jugar con la moda, la reglamentación del tránsito y las reglas en general, lo absurdo y le di vuelta a ese tema de las reglas. Y lo de la moda funcionó para el juego de las vitrinas y así surgió la muestra Liquidación por cambio de temporada (2005). Hubo gente que no entendió la exposición -que era de instalación, ensamblaje y performática- en la galería de cristal de la Biblioteca Nacional, pero le fue muy bien. Era parte de una propuesta que plantea una crítica social, no son adornos, no es para decorar una casa, es parte de algo que quiere decir otra cosa, son laberínticas, se puede entrar por distintas partes y no importa que uno no una todo, no hay para qué encontrarle explicación, pero sí que te lleve a pensar o cuestionar algo de la sociedad y sus normas”.
-Cuéntanos de tu trabajo como profesora. ¿En qué carrera(s) y universidad(es) trabajas?
“He trabajado durante muchos años en universidades como Andrés Bello, Diego Portales y ARCIS. Actualmente estoy solo en el Instituto ARCOS. Me gusta mucho y soy feliz haciendo clases, me recargo energéticamente y las preguntas de algunos estudiantes y los encuentros chispeantes que organizo con gente me motivan y despiertan otras cosas que me dejan pensando, nos intercambiamos libros. En cada curso hay algunos estudiantes que son muy importantes, pero ayudo a todo el mundo, me las juego por todos. Y siempre me sorprenden estas personas con sus mundos creativos específicos y sus búsquedas. En clases yo puedo ser, me siento libre y creo que puedo entregar mucho. Las carreras en las que hago clases son de artes (Cine, Composición musical, Fotografía, Diseño, Ilustración), entonces lo paso maravilloso porque es un trabajo creativo donde disfruto los resultados”.

Acerca del Autor

Periodista
Periodista titulado por la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro, Brasil. Diplomado en Comunicación y políticas públicas por la Universidad de Chile. Docente en educación superior; es también editor independiente de libros y gestor cultural. Como escritor ha publicado “La súplica del Dr. Solís y otros cuentos (2003); “Turismo en Chile” (Ensayo, 2006 y 2008); “La historia de don Crispín, doña Anita y el guaripola y otros cuentos” (2010) y “Cuentos para Manuel” (2014).