sábado, septiembre 22, 2018

ANIMALIA (2018) de LILA CALDERÓN

ANIMALIA, LA GRAN FUGA Y OTROS CUENTOS (2018) DE LILA CALDERÓN
POR EDICIONES DEL GATO

ANIMALIA EN CONFERENCIA





Los protagonistas de Animalia, La gran fuga y otros cuentos, de Lila Calderón publicado por Ediciones del Gato (2018), visitaron la ciudad
y ofrecieron conferencia de prensa. Los animales fugados del zoológico en la famosa “Gran fuga” enviaron un representante clandestino, pues siguen en fuga.

Por Úrsula Villavicencio
Directora del Centro de Investigaciones Imaginarias


La sede del Centro de Investigaciones imaginarias fue visitado por los protagonistas de Animalia, La Gran Fuga y otros cuentos (2018), el último libro de Lila Calderón publicado por Ediciones del Gato. Estuvieron presentes: El Mamut, la Babosa, el Murciélago, la luciérnaga Lucy, un tiranosaurio, el Bisonte, el Pingüino fotógrafo, el Zorro; en exclusiva una de las lombrices amigas del único humano protagonista en este libro, Benjamín; además de un anónimo representante de los fugados del zoológico y cuya identidad mantendremos en secreto, así como la fecha de esta visita clandestina.

Comenzamos con Mamut.

¿Por qué el patinaje, Mamut, un deporte que hoy llamaríamos inadecuado para un alguien con tu peso?
MAMUT: Eso es un prejuicio. El patinaje es un arte. Con la práctica constante llegué a dominarlo y mi tamaño nunca fue un impedimento. Tal es un arte que el duende que viajaba en el tiempo consiguió para mí arte música del Gran Wolfang Amadeus Mozart. Con música y mis piruetas hice llorar a todos los Mamuts en mi fiesta de cumpleaños.

Se dice que tu especie se extinguió porque invitaste a todos los mamuts a la celebración de tu fiesta de 18 años, por aquello de que hacía tanto frío en los campos de patinaje todos se helaron y como eran tan grandes, congelaron todo a su alrededor, que quizás los mamuts se habrían convertido en la cordillera de los Andes ¿es eso cierto?
MAMUT: Eso es cierto si tú quieres que lo sea. Si quieres ver en cada altura andina a alguno de mis parientes, podrías estar en lo cierto. Te voy a contar cómo realmente ocurrió nuestra extinción, y ustedes saquen sus propias conclusiones. Muchos hechos ocurrieron. Uno de los más importantes fue el cambio climático que provocó el final de la última glaciación. Somos mamíferos del Pleistoceno. Hace unos 13 mil años el clima se calentó y salieron más vegetales para comer y eso fue bueno, pero en cambio nos sobraba el pelo y pasábamos mucho calor y comenzamos a morir de hipertermia, pero eso no fue todo. El hombre no dejaba de cazarnos y eso lo pudieron saber los científicos pues calcularon que había disminuido la edad de nuestro destete de tres años, que era lo normal para nosotros, a mucho menos, gracias a la presión de nuestros depredadores y nuestro depredador era el hombre. No en vano coincidió nuestra extinción con la expansión del hombre. También existe la teoría de que los grandes mamíferos caímos con una enfermedad, pero no hay pruebas de ello.

Nuestro siguiente entrevistado es la Babosa Babosín.

¿Es cierto que estabas deprimido porque tus compañeros de colegio te hacían bullying con lo del “caracol sin casa”?
Cierto era, pero ya no más. Estoy orgulloso de ser una babosa porque llevo la sangre de la valiente babosa que con su baba de plata guió a los seres humanos del pueblo para salir del derrumbe tras un terremoto. Yo tomé conciencia de mi valor y mi importancia, por eso ya no me afecta lo que digan de mí porque yo sé quién soy.


¿Cómo es eso de que las babosas son caracoles sin casa?

Claro que no somos caracoles sin casa. Somos moluscos gasterópodos del orden Pulmonata, lo que significa que tenemos pulmones que nos permiten respirar oxígeno y vivir en la tierra igual que los caracoles, pero no somos caracoles ni necesitamos andar con la casa a cuestas.


¿Y cómo salió lo de la biblioteca ambulante, Babosín?

Salió estupendo. Realmente existen niños que se ilusionan con los libros y no tienen ninguno. Es muy difícil crecer sin un solo cuento. Fue más fácil de lo que pensábamos implementar nuestro plan.

Nuestro siguiente entrevistado es Murci, el murciélago.

Bienvenido, Murci. ¿Es cierto que los murciélagos son los ángeles de los ratones?
Los murciélagos no somos ángeles, somos mamíferos placentarios pero no pertenecemos al orden de los roedores, aunque somos casi tan numerosos como ellos. Somos los únicos mamíferos que vuelan. Yo me quise vestir de ángel para la fiesta del Gran Concurso de la noche de Gala, pero descubrí que con nada me veía mejor trajeado que con mis propias galas oscuras. Descubrí que soy más parecido a una gárgola que a un ángel.


¿Cómo que eres el único que vuela, y las ardillas voladoras?

Ellas no vuelan, planean. No tienen alas, sino que estiran la piel que sobra en sus extremidades.

De incógnito se encuentra entre nosotros un representante de “La gran fuga”. Nos ha pedido proteger su identidad pues los animales que escaparon del zoológico continúan y continuarán en fuga. Lo llamaremos “El fugado”.


¿Por qué escaparon del Zoológico?

FUGADO: Era una vida indigna para cualquier especie, incluso para los humanos que nos iban a visitar y molestar.

¿Cómo hicieron para planificar una fuga y luego esconderse tanto tiempo juntos entre tantas especies diferentes?
FUGADO: Sí, somos muy diferentes pero iguales en la necesidad de libertad y dignidad, así que con voluntad, logramos entendernos y solidarizar entre nosotros.

¿Cómo hicieron para no ser descubiertos en tanto tiempo?
FUGADO: Es un secreto. Deben leer “la Gran fuga” para averiguarlo.

Dejamos a Fugado con su bandera libertaria y nos dirigimos a Lucy, la luciérnaga que no podía dormir.


¿Y descubriste si se puede obtener luz natural de la alegría y la pasión por la vida?

(Previo aletear rápidamente)
LUCY: Claro que se puede. Con mi danza se enciende la luz de la alegría. Igual que brillan las estrellas que nos iluminan hasta después de millones de años de muertas.

Íbamos a preguntarle algo más pero se fue a danzar en torno al farol

A la conferencia también llegó uno de los tiranosaurios que estuvieron de fiesta en “La fiesta de los tiranosaurios”.


¿Al final, cómo estuvo la fiesta?

TIRANOSAURIO: Buenísima. Por fin disfrutamos del verdadero Amazonas. Tuvimos que ir nadando hasta el otro lado del océano, pero valió la pena.


¿Qué le dirías a los padres aprensivos que intentan resolverles todos los problemas a sus hijos?

Que los dejen crecer, buscando sus soluciones por sí mismos.

Dejamos al Tiranosaurio todavía con una Caipiriña en la mano, para conversar con el Bisonte de las cuevas de Altamira.


¿Definitivamente por qué no querías posar para la posteridad en Altamira?

BISONTE: ¡El chiquillo de las cavernas me trató de enano! Era un maleducado. Yo era el único bisonte que quedaba vivo y él viene a dirigirse a mí de esa manera —respondió airado.


Por lo mismo el niño quería inmortalizarte: eras el único modelo…


BISONTE: Eso me terminó de convencer pero los humanos me hicieron dejar la misión a medias… Si quieren comprenderme mejor, lean “El bisonte que no quería posar en Altamira”.

En exclusiva recibimos nada menos que a una lombriz de las que viven en la casa que construyó para ellas Benjamín, el humano protagonista en Animalia.

¿Por qué crees que Benjamín prefiere jugar con ustedes las lombrices de tierra, que con lombrices digitales en una tableta?
LOMBRIZ: Porque a Benjamín no le gusta jugar con cosas de mentira. La televisión muestra dibujos que se mueven pero que en realidad no están allí y se desaparecen con el control remoto.

¿Viven contentas en el castillo que les construyó Benjamín en su ropero?
LOMBRIZ: ¡Felices! Es una ciudadela fantástica además goza de una arquitectura vanguardista, especial. La gente nos mira con asco, Benjamín no. Nosotras transportamos minerales y nutrientes a la superficie del suelo, por eso somos fundamentales para mantener los suelos sanos y nutridos.


¿Y les gustó trasladarse al jardín infantil?

LOMBRIZ: Nos encantó. Volvimos a la tierra y muchos niños juegan con nosotras.

Nuestro próximo entrevistado es el Pingüino fotógrafo.


¿Qué diferencia encuentras entre el mundo visto a través de la cámara y visto sin la cámara?

PINGÜINO: Con la cámara puedes retener un momento y mantenerlo en el tiempo, en cambio sin la cámara el tiempo corre sin parar.

¿Fue muy difícil pasar a la fotografía en color?
PINGÜINO: Fue difícil. Merlín me recomendó jugar con la luz hasta “que las cosas me hablaran”. Hasta les gritaba a las cosas esperando que me respondieran.


¿Y te respondieron?

PINGÜINO: No. Aprendí a escuchar a la luz.

Finalmente nos encontramos con el Zorro, quien hizo la concesión de volver a la ciudad para esta entrevista y luego volverá raudo al campo.


¿Qué es lo peor de la ciudad, Zorro?    

ZORRO: La gente y su capacidad para aprovecharse de los otros.

¿Pero no era lo mismo que hacías tú en el campo y que hiciste con unos niños pobres al llegar a la ciudad?
ZORRO: (Carraspea y mueve la cola)… pero ya aprendí mi lección: terminé sin piel.

¿Fue muy dura tu vida en la ciudad?
ZORRO: (Carraspea dos veces y sacude su hermosa cola de piel nueva). Dificilísima. No se la recomiendo a nadie. Sobre todo los prevengo contra los productores de cine y los institutos de inglés.

Dejamos a los personajes con sus reflexiones. Esperamos volverlos a ver, pero la mejor forma de recordarlos siempre es leer Animalia, La Gran Fuga y otros cuentos.

Ver en:

http://letras.mysite.com/lcal070918.html

lunes, julio 23, 2018

"Animalia", Lila Calderón, 2018

Presentación de "Animalia, La Gran Fuga y otros cuentos", 
de Lila Calderón




Por Gustavo Barrera Calderón, julio de 2018

Bestiario o fabulario, en "Animalia, La Gran Fuga y otros cuentos", Lila Calderón pone su atención en animales que no acostumbramos encontrar en los cuentos. Es una reivindicación de los que quedaron apartados por sus diferencias, por su belleza fuera de norma. Un mamut que se esmera en usar patines sobre el hielo, una babosa que sufría las burlas de sus compañeros en el colegio, un murciélago que deseaba disfrazarse de ángel para asistir a una fiesta, una luciérnaga con insomnio que ofreció reemplazar a la luna para que ésta pudiera descansar por una noche, un viaje de tiranosaurios al Amazonas, engañados por sus padres con paisajes falsos para hacerles creer que viajaban, sin confesarles que las aerolíneas se negaban a transportarlos, un niño de Altamira que intentaba retratar a un bisonte en extremo vanidoso, un niño que era amigo de las lombrices, princesas de la tierra, y prefería su compañía a la de los humanos, un pingüino que descubre la fotografía como un proceso mágico, y un zorro que, por querer pasarse de listo, se traslada a la gran ciudad, lugar de pillaje donde hasta pierde lo más preciado que tenía: su piel. A estas historias se suma la gran fuga de animales que se unen en el zoológico con el propósito de repartirse por el mundo buscando su propio destino, hartos de la vulgaridad y malos tratos que recibían prisioneros de los humanos.

Se vale de todos sus recursos para encantar y compartir escenas y atmósferas con un imaginario que siempre nos trae preparada alguna sorpresa. Memorables son los mamuts que se ordenaron en fila y quedaron congelados hasta convertirse en una cadena de montañas, posiblemente la cordillera de los Andes o la jirafa que testigos aseguraron ver corriendo con sus tacos altos en la huida, mientras un elefante ayudaba a los caimanes y a los peces a bajar al río Mapocho. Hay una gran intensidad poética en las descripciones y una visión tangencial de los hechos en los que intervienen numerosos testigos ocasionales que aportan una buena dosis de humor.  (El pequeño mamut) era inmensamente feliz practicando sus bailes ingrávidos. Se sentía liviano y presentía la armonía universal. Aseguraba que las nubes y las estrellas eran de agua, al igual que el hielo. Su mamá prefería no discutir las ocurrencias de su hijo, porque no estaba segura.

Cada uno de los cuentos invita a vivir un proceso de transformación junto a los protagonistas:
Cuando el profesor entró a la sala de clases y pasó la lista, Babosa sacó su potente voz y dijo: “¡Presente, Señor!” Entonces el profesor, muy extrañado, se acomodó los lentes, lo miró y descubrió que una luz azul le salía de todo el cuerpo. Era una especie de magnetismo que lo protegía y defendía con una fuerza superior a la de una casa.

Tuve el placer de conocer versiones de algunas de estas historias en 2002 y me sorprendió luego,  con el correr de los años, cómo Lila Calderón fue visionaria en la inclusión de temas sociales y personales tan fundamentales que, hasta entonces, no veían su reflejo en publicaciones de libros para niños.

Estos cuentos me muestran a Lila como un hada madrina que se vale de personificaciones, escenas cotidianas, coloridos y texturas en un esfuerzo incesante por recuperar la magia, con una sabiduría que no está ausente de fiestas, juegos y risas. Invita a desarrollar las habilidades que cada uno tiene y ser fiel a la propia identidad, pero antes, es un viaje para conocerse y descubrir cuál es esa identidad. Cuál es el aporte que puede hacerse a partir de las diferencias, expandir en lugar de constreñir, explorar en lugar de amoldar o reprimir.

 –Yo sé que la gente me encuentra feo –se decía–, pero eso no es culpa mía. Somos diferentes; los ángeles son de la luz y nosotros de la noche, pero no es como para que griten de horror cuando nos ven... Reflexiona Murci el murciélago, y junto a él me dejo llevar y me hago parte en esta entretenida fiesta de animales y disfraces.



Registro fotográfico









Fuente:


Actividad realizada en:

domingo, junio 17, 2018

"La ciudad de los temblores", Lila Calderón

"Mi último libro".
"La ciudad de los temblores", Lila Calderón.
Revista Occidente N 483, págs. 57 - 58, mayo 2018




lunes, abril 23, 2018

“La Ciudad de los temblores” de Lila Calderón




Una de muchas lecturas posibles de 
“La Ciudad de los temblores” 
de Lila Calderón


Por Gustavo Barrera Calderón


Quiero compartir mi experiencia con esta novela que me involucra en una doble participación, como lector y como personaje (Gustavo, por más señas).

Una historia sencilla y cotidiana en apariencia, deja traslucir el brillo de prodigios y maravillas que envuelven la realidad en cada uno de sus detalles. Todo comienza con un temblor que agita los aromos de la plaza (es un dato importante a tener en cuenta en esta lectura).

En las palabras se despliega una vibración armoniosa, una música que guía el traspaso de imágenes, escenarios, seres y objetos encantados que se asoman en lo cotidiano pero que son, a la vez, multidimensionales. Hay varias historias dentro de las historias, ¿parábolas? Se menciona también esa posibilidad.

La ciencia y la religión convergen. Hay un anuncio: “la comprobación de la existencia de una nueva dimensión la realizarán con experimentos a escala microscópica” El anuncio llama a volver la vista hacia lo pequeño, que está o siempre estuvo, pero hay que descubrir una manera de percibirlo. “no hay que creer que el ojo es el único órgano capaz de aportarnos datos para ver la realidad –dijo Gustavo”.

Lila Calderón planta semillas de imaginación y curiosidad por una pregunta filosófica fundamental acerca de la existencia y la realidad, de sus límites, ¿tienen algún límite?

Entre los muchos planteamientos desplegados en la novela, creo vislumbrar un núcleo (simbólico, pues, una de mis obsesiones son los símbolos): el encuentro de la tierra con el aire. El temblor que se percibe al comienzo de la narración, originado en las profundidades de la tierra, en las rocas subterráneas que son contenedoras de todo lo sólido, las pone en movimiento y se fracturan. ¿Por qué el temblor es un dato importante a tener en esta lectura? Porque es en la falla donde se puede apreciar la realidad en todo su esplendor. Hasta aquí, la tierra.

Por otra parte el aire, otro protagonista,  transporta cuentos, diálogos, sueños, ecos, canciones, es el mismo aire que mueve el remolino de viento de Andrea y eleva el globo con forma de estrella de cinco puntas de Gustavo.

Y entra en escena luego el árbol. Un árbol como vínculo entre la tierra, lo subterráneo y el aire que toca con sus ramas. Un árbol que no es cualquiera, es una araucaria, que, dicho sea de paso, es uno de los árboles más antiguos que podemos encontrar en el planeta, otros de su misma especie convivieron con los dinosaurios y fueron su alimento. Ya nombrados tierra, aire y árbol, es este último el que tiene la particularidad de estar vivo.

Para agregar más detalles que sólo resolverá cada uno con su propia lectura, puedo decir que en las inmediaciones del árbol hay una fuente con cisnes de cuello negro que tienen forma de signos de interrogación y que, además de estar vivos como el árbol, pueden moverse por sí solos. Podría decir más sobre la fuente de los cisnes, pero en esta reseña no me referiré a “Alicia en el País de las Maravillas”, aunque en la novela sí se hace mención de ella.

La aparición de la tía Toly, personaje mágico y poético, de “características increíbles” que llega como hada madrina o guía chamánica a cuidar a los niños, es otro asunto de gran interés, pues es ella quien se pierde y debe ser hallada. Nunca siente temor o apuro, ella incorpora en su experiencia todos los misterios y enigmas. Sólo a través de sus palabras, podremos comprender de una vez y para siempre a las estatuas de la plaza “con la mirada del tiempo en los ojos que no parecen ver el presente”. No diré en qué forma se relaciona la tía Toly con los cisnes ni con los dos amigos misteriosos que aparecen en la plaza y acompañan a Andrea y Gustavo, eso daría para otro capítulo.

Lo que sí diré, es que Lila Calderón toma al lector infantil muy en serio, sabe dirigirse a un lector muy exigente y atento, con toda su curiosidad y todas sus capacidades mentales alertas, a alguien que sabe que los cuentos y los juegos son un asunto de vital importancia.

En mi caso, quedan muchas ideas e imágenes dando vueltas, acontecimientos que en parte sucedieron, que podrían haber sucedido, que son y no son. Hay desplazamientos de épocas y lugares: situaciones pasadas de épocas anteriores ocurren también en el presente. Entrar en este libro es entrar de lleno en una dimensión paralela inolvidable, esa de “La ciudad de los temblores”.


Abril de 2018


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Gustavo Barrera Calderón (Santiago, 1975) poeta, licenciado en arquitectura por la Universidad Católica de Chile. Formó parte del taller de la Fundación Pablo Neruda en 1996. Sus textos han aparecido en revistas, antologías y discos compactos como Poesía Chilena para el siglo XXI, de la DIBAM; Al Tiro: panorama de la nueva poesía chilena, editada por la revista Vox de Buenos Aires; Círculo Infinito, antología editada por Al Margen en 2002;  Cantares, antología de poesía joven chilena, compilada por Raúl Zurita para Lom. Exquisite es su primer libro de poesía, publicado en 2001 por Ediciones del Temple. Obtuvo la beca de creación literaria otorgada por el Ministerio de Educación de Chile en 2002, año en que publicó Adornos en el espacio vacío, Premio Revista de Libros 2002, del diario El Mercurio. En 2007 publicó la trilogía integrada por los libros Primer orificio, Papeles murales y tapices, y Mori Mari monogatari, bajo el sello Barrera Real, donde editó el registro del homenaje Dinero, muerte y un rostro sin cejas, realizado en 2006. Creatur es su sexto libro de poesía, escrito con el apoyo de la beca de creación literaria para escritores profesionales del Fondo del Libro 2006.


Fuente:
http://letras.mysite.com/lcal220418.html

viernes, febrero 16, 2018

XXXIII Feria del Libro La Serena 2018.




XXXIII Feria del Libro La Serena 2018.
"Ni una palabra menos, la Literatura es Mujer"
Presentación novela infantil-juvenil: "La Constelación de la Serpiente", 
de Lila Calderón, Ediciones del Gato.
Performance de la Serpiente.

Registro fotográfico.



















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lunes, enero 22, 2018

Antología Poética de Alfonso Calderón



Alfonso Calderón Squadritto (1930-2009): aproximación bio-bibliográfica
Presentación de la Antología Poética de Alfonso Calderón


Por Gustavo Barrera Calderón



Si para resumir hubiera que rescatar sólo una característica dentro de la vida y obra de Alfonso Calderón, ésta sería la memoria. Su tránsito por diferentes géneros literarios como la poesía, la novela, la crónica, el ensayo o los diarios, sin contar las múltiples antologías y prólogos a su haber, no es otra cosa que asignar una forma o una diferente aproximación al esfuerzo por preservar y compartir la memoria. Y en su caso, al hablar de la memoria, no estamos evocando un concepto abstracto, sino al contrario, nos encontramos frente al más completo, complejo y exhaustivo registro basado en la observación de todo cuanto estuviera al alcance de una mente aguda, inquieta e infatigable. Ningún detalle quedaba sin ser notado, ningún tema ajeno. En sus registros, fragmentos de su paso por el mundo, no estuvieron ajenos el cine, el fútbol, la música, las costumbres, la política, la historia, la filosofía o las artes visuales, girando siempre en torno a la literatura, el lugar donde a temprana edad ancló su centro.

Nació el 21 de noviembre de 1930 en San Fernando y, por las asignaciones laborales del padre como funcionario de la Empresa de Agua Potable, se trasladó por varias ciudades, entre ellas San Antonio, Valparaíso, Lautaro y Lota. Estudió en Los Ángeles, ciudad a la que dedicó dos de sus poemarios, “Santa María de los Ángeles”, publicada en 2000 y “Regreso a Santa María de los Ángeles”, un año más tarde. Luego continuó sus estudios en Temuco, donde en 1949 inauguró su producción literaria con un poemario, “Primer consejo a los arcángeles del viento”, publicado con la venta de suscripciones, además de la totalidad de sus escasos ahorros. El libo abre con una cita de Vicente Huidobro: “Por qué llorar/ La vida consiste en pensar en la muerte/ En quedarse quieto/ Para sentir una lágrima que va naciendo en el corazón”. En Santiago, luego de su paso por el Internado Barros Arana, siguió estudios superiores en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, y se tituló como profesor de castellano, mientras la versión que daba a sus padres era que estudiaba Derecho.

A un año de titularse asumió como profesor en el Liceo de Hombres de La Serena y comenzó su ejercicio periodístico en El Día, El Serenense y La Serena. Publicó en los talleres de El Día los poemarios “El país jubiloso”, “La tempestad” y “Los cielos interiores”. Con este último libro, en 1962, obtuvo el Premio Gabriela Mistral de la Municipalidad de Santiago y completó una primera etapa en su trabajo poético que le valió, con posterioridad, ser considerado como integrante de la generación literaria de 1950. Era una época en la que compartió convergencias y cercanías con Miguel Arteche, Jorge Teillier y Enrique Lihn. En el plano personal, finalizaba esa década como padre de tres hijas, Teresa, Lila y Cecilia, herederas de su legado literario.

Luego de trasladarse a Santiago, en 1965, se incorporó al equipo de revista Ercilla como comentarista de libros. En estos años desarrolló su trabajo como antologador y se concentró en la difusión y el rescate de obras de autores chilenos. Como asesor editorial de Zig-Zag emprendió la tarea de contactar y convencer al ermitaño Joaquín Edwards Bello de publicar las crónicas escritas para La Nación, y que Calderón leyó con especial interés durante su infancia y juventud. Luego de un inicial rechazo, y ante la insistencia de su admirador, Edwards Bello accedió y surgió una amistad a la que debemos el conocimiento de este importante autor que retrató la realidad chilena de principios del siglo XX. Alfonso Calderón puso tanto entusiasmo en promover la obra de autores que de otra manera hubieran quedado en el olvido, como el entusiasmo puesto en su propia obra. Entre estos autores se encuentran Augusto D’Halmar, Teófilo Cid, Ricardo Latcham, Martín Cerda y Alone.

En 1970 publicó su única novela, “Toca esa rumba don Azpiazu” y al año siguiente se sumó al proyecto de la Editora Nacional Quimantú. Uno de sus más emblemáticos trabajos como investigador y ensayista, “Cuando Chile cumplió 100 años”, formó parte de la serie “Nosotros los chilenos” en 1973. El golpe militar sorprendió a Calderón comprometido con la Unidad Popular, sin embargo, gracias a su prestigio y reconocimiento público pudo continuar su trabajo como editor y trabajó en revistas contrarias al régimen como Apsi y Hoy. En el ámbito académico, abandonó las escuelas de periodismo de la Universidad de Chile y de la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde era director, cuando éstas fueron intervenidas por los militares.

En los años posteriores inició una segunda etapa en su obra poética con los libros publicados por Nascimento, “Isla de los Bienaventurados”, “Poemas para clavecín”, Premio Municipal de Literatura en 1979, y “Música de cámara”. Esta etapa constituyó la consolidación de una poética integradora de vivencias, y de una profunda reflexión acerca de una humanidad que se manifiesta, que se mantiene viva y permanece a través de la música, de la pintura y, en especial, de las palabras escritas por otros, los que estuvieron y los que están.

En 1981 se incorporó a la Academia Chilena de la Lengua y, en esta década, publicó sus crónicas más célebres como “1900”, “Memorial del viejo Santiago” o “¡Adiós, Hollywood!”, e inauguró una amplia colección de diarios de viaje con “Israel: notas de viaje” y “Una invisible Comparsa”, patrocinado por la Embajada de Francia.

En 1994 asumió como subdirector de la Biblioteca Nacional de Chile y como director del Centro Barros Arana y de la revista Mapocho. En esta época, Alfonso Calderón inició su etapa más prolífica con la publicación de sus diarios personales, entre los que destacan “El vuelo de la mariposa saturnina” y “La valija de Rimbaud”. En una tercera fase de su obra poética, entre 1997 y 2001 publicó “Una bujía a plenos sol”, Premio Municipal de Santiago, en 1999, “Testigo de nada”, “Toca madera”, “Árbol de gestos”, “Poemas griegos”, “Santa María de Los Ángeles”, “Cuaderno de La Serena”, “Cuaderno de Punta Arenas”, “Cuaderno de Chiloé”, “Regreso a Santa María de Los Ángeles” y “La mirada del espejo”. Su poesía hizo eco de los diarios y viceversa. Hay un trasvasije y una decantación de la escritura, del intelecto y las emociones que da forma a un continuo con múltiples entradas.

Cuando recibió el Premio Nacional de Literatura en 1998 se destacó “su lucidez, profundidad y variedad de los escritos de ensayista, crítico y poeta”. Tras este reconocimiento, y tal vez en una carrera contra la muerte, publicó la mayor parte de su obra personal, superando los veinte volúmenes y, tras concluir su último proyecto, “Venturas y desventuras de Eduardo Molina”, falleció la mañana del 8 de agosto de 2009 de un infarto al miocardio, a los 78 años de edad. Y, cerrando la vida como se cierra un libro, escribió a modo de epitafio un último llamado a la memoria.

“Sigo soñando,
débilmente agradecido
bajo la húmeda hierba,
con un vasto mundo
imposible de olvidar”.


***





Presentación de Antología Poética de Alfonso Calderón, compilada por Gustavo Barrera Calderón. Le acompañan en esta mesa, Lila Calderón y Lila Díaz Calderón. La actividad se realizó en la 36 Feria Internacional del Libro de Viña del Mar. Viernes 12 de enero de 2018.