martes, diciembre 17, 2019

Entrama cultural

Lila Calderón: “Es una gran responsabilidad escribir para despertar, proponer, estimular, sugerir, conectar”





¿Qué cuentan “Las Fiestas Patrias del Elefante”?

-Esta novela narra la historia de un elefante que ha trabajado durante toda su vida en un circo hasta que recibe el sobre azul con su despido. El señor Corales, su jefe, le hace ver que ya está muy viejo y por necesidades de la empresa es hora de reemplazarlo. Así comienza su mayor desafío, resistir el dolor, la desilusión, enfrentar la cesantía, postular a nuevos empleos, replantearse su vida. Debe abandonar la burbuja y aventurarse en una ciudad que le parece confusa, hacer nuevas relaciones y aplicar todo su ingenio para encontrar las herramientas que le permitan vencer uno a uno los obstáculos. Finalmente descubre que siempre es posible abrir nuevos caminos siendo fiel a su propia naturaleza. Ello le permitirá viajar, conocer personas y lugares cruciales, asombrarse con las maravillas del mundo interior y exterior, experimentar la liberación al soltar sus propias cadenas, superar temores y amar.


¿Por qué elige a un Elefante como protagonista?

-Desde que era muy niña me interesó la imagen del elefante. Lo vi en circos, películas, leí cuentos y fábulas donde destacaba por su lealtad y memoria prodigiosa. Me sorprendía su fuerza, su gris monumentalidad que lo hacía parecer un templo pétreo. Sin embargo, lo veía sonriente, sabio y comprensivo, solidario como un ser humano evolucionado. Más tarde averigüé más sobre su especie, sus antepasados, dónde vivían, cómo se organizaban. Su historia real e imaginaria. Lamenté que los hubiesen utilizado como fuerzas bélicas en la antigüedad. Que personajes inescrupulosos los compraran para domarlos y usarlos en la entretención circense o para pasear turistas y fotografiarse en actividades exóticas. Y que fuesen siempre perseguidos, cazados por la codicia de los traficantes de marfil. O vendidos como fuerza esclava. Así fue como Don L-Fante, me esperó con mucha paciencia hasta que se propuso despertar en mí su diálogo y protagonizar una novela fabulesca en el Chile actual. Yo lo escuché barritar y tomé notas que se fueron organizando a lo largo del tiempo como una crítica social. Emprendimos juntos esta historia, ahora siento que crecí con él, nos humanizamos y animalizamos con amor como seres de la Matria universal.

¿Cómo ha sido su andar en la literatura infanto-juvenil?

-Hermoso y de mucha comunicación y creatividad ya que con regularidad tengo encuentros con estudiantes en colegios, liceos y ferias del libro. Recibo una buena retroalimentación. He escrito cuentos, novelas y fábulas con humor, poesía y apuestas personales por mantener un lenguaje que recurra a la visualidad, a los intertextos que conectan con otros lenguajes y autores, en citas que nos hermanan con el mundo y personajes de otras ficciones que vivimos colectivamente. Me seducen las historias en abismo, espirales, zigzagueantes, caleidoscópicas, en las cuales las metamorfosis ocurren con naturalidad. Siento que en la literatura sin categorías, mutamos en nosotros y en los otros, es una gran responsabilidad escribir para despertar, proponer, estimular, sugerir, conectar. Mucho más allá de pensarla como entretención o como producto de mercado. Y es muy importante para mí generar y mantener una relación profunda con los editores y editoras, ya sea de narrativa o poesía, infantil-juvenil y para todo lector, que un poco de ello hay en todo lo que hago.

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